Una niña sostiene un paraguas y con él hace sombra a su hermana que vende verduras en el piso. Pero su mente está en otro lado y en su mano comienza a girar el paraguas que se inclina, alejando la sombra. La hermana reclama pidiéndole atención a su pequeña tarea.
La niña tiene 16 años, una paz inunda su alma y su hermosa mirada deja ver ese humor tranquilo, contento o melancólico, que se puede ver en la Mona Lisa.
En su vientre asoma una leve barriguita, porque está embarazada y lo sabe. En paz reflexiona al imaginar el mundo girar. Vuelve a torcer el mango del paraguas que se inclina, gira y hace que la sombra se vuelva a alejar de su hermana.
El papá de la “leve barriguita” es un muchacho dos años adelante que ella en la escuela. Trabaja repartiendo el pan que hace con su abuelo.
Los muchachos han pasado buenos ratos a horas extrañas, como cuando a las 6 de la mañana ella llega a desayunar y él se encarga de sacar del horno el pan que habrá de repartir.
La niña vive con su hermana, su mamá y su abuela. No hace falta techo ni sustento porque su huerto da chiles, calabazas, melones, jitomates, huevos y gallinas que de vez en cuando bajan a la ciudad a vender en la calle.
Cuando está en su casa, la niña duerme con su abuela. Su hermana no puede dormir sin su mamá.
La abuela animó a la niña para que siguiera en la escuela y la ayudó para que su tía la recibiera en la ciudad y no tuviera que regresar al rancho todos los días.
No es sorpresa que los abuelos tengan mas claro que para algunos muchachos puede haber más cosas además de un huerto o una panadería.
