Sunday, February 20, 2011

Viejos y Nuevos Caminos de Guanajuato.

En algunas novelas de Jorge Ibargüengoitia existe una ciudad llamada Cuévano, nombre que proviene de la celebración más importante de la ciudad; el "Día de la Cueva". Ese día es de asueto y los habitantes lo aprovechan para subir a su cueva, una pequeña concavidad en lo alto de uno de los cerros más vistosos de por allá. El festejo consiste en subir la imagen de su santo patrón e ir a visitarlo, aunque los más aguzados ponen puestos de fritangas, llevan ollas con elotes cocidos, jarras de aguas frescas o canastas de papas fritas y arman ahí la vendimia a los lados del camino. Al final del día nunca faltan las riñas entre borrachos y no es extraño que se cuenten uno o dos muertos desbarrancados.
Ibargüengoitia no se lo inventó todo. Es sabido que Cuévano es en realidad la ciudad de Guanajuato y que ese "Día de la Cueva" se celebra cada año el 31 de julio. Aún hoy la gente sigue yendo a celebrar su día haciendo vendimia. Sigue habiendo riñas y muertos a pesar de los esfuerzos y operativos de los cuerpos de Protección Civil.

Este cuadro, “Viejos y Nuevos Caminos de Guanajuato”, esta bosquejado precisamente dese el último tramo, casi vertical, que lleva a esa cueva. Desde ahí se puede ver, como se ve en el cuadro, el camino que continúa rodeando la base de los Picachos, los cerros más vistosos de Guanajuato. Recientemente han colocado algunos postes con potentes lámparas que iluminan los altos paredones naturales de esos cerros, ofreciendo a la ciudad una hermosa vista nocturna de su Bufa. Las luces se prenden cada vez que lo dicta el capricho de, no se sabe qué funcionario.
También han colocado una cerca de alambre de púas que corre paralela al camino. De hecho, cuando hice los primeros bosquejos del lugar, allá por noviembre de 2010, esa cerca aún no existía. La cerca me hace ver que los Picachos y los terrenos colindantes tienen dueño y las púas, que los dueños se interesan más por sus animales que por los visitantes, o que piensan que los visitantes son una especie de animales, lo cual, no sé porque, no se me hace tan extraño.
En la base de los picachos existe otra cueva más grande y más impresionante que La Cueva de la celebración (muchos confunden cual es cual). Hay ahí una capillita con la estatuilla de un santo. El nicho mentado esta tras una reja creando en realidad la imagen de un santo encarcelado. Los barrotes serán, supongo, para evitar que el santo se vaya, o quizás para evitar que alguien se lo lleven. En estos días tan extraños uno realmente ya no sabe. El resto de la cueva es usada como establo todo el año, creando un espacio extraño entre excrementos y potestades.
A pesar de las fiestas, los visitantes, los animales, los santos y las cercas, el lugar sigue siendo hermoso y aún es posible encontrar vegetación que casi con seguridad es endémica (otros lo sabrán mejor que yo). Para mí fue muy emocionante encontrar plantas muy parecidas a aquellas del desierto de San Luis Potosí. También se ven muchas variedades de las conocidas como “siempre vivas”, esas que también se pueden encontrar “amaestradas” en casi todos los patios y balcones de la ciudad.
Otra parte importante de la vista y de mi cuadro es el puente de autopista que pinté en la parte de arriba. Esta autopista conecta la desembocadura de la autopista de cuota que llega a Guanajuato con el bello Boulevard Paseo de la Presa, donde se encuentran las oficinas del Gobierno del Estado. Los terrenos colindantes a ese puente fueron los que causaron la gran polémica que se vivió en la ciudad en 2010, en la que los dueños promovieron un cambio de uso de suelo para construir ahí un centro comercial y un fraccionamiento residencial. Después se dijo que el centro comercial sería más una plaza pública con enfoque ecológico. Vaya usted a saber.
Al final, el Instituto Electoral del Estado organizó al vapor un plebiscito en el que ganó el No al cambio de uso de suelo y el presidente municipal tuvo que revocar el cambio. Sin embargo, como en todo lo que tiene que ver con nuestros gobiernos, la cosa tiene chanchullo. La participación en el plebiscito fue menor al 13% y el mandato de las urnas en plebiscito no resulta vinculante a menos que sea superior al 50% (Curiosamente el presidente municipal ganó con una participación del 46% del padrón, recomiendo revisar la siguiente nota http://impreso.milenio.com/node/8815004 para más detalles).
Así las cosas, es de esperar que todo el asunto del cambio de uso de suelo y la construcción de fraccionamientos permanezca en el refrigerador por unos años, hasta que los tiempos sean más propicios. A mí me llama la atención la increíble "coincidencia" de como al constructor de dicho puente se le ocurrió dejar preparaciones para las salidas laterales y como aprovechó que tenía ahí la maquinaria para emparejar un poco, solo un poco, los terrenos que están a los costados.

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